Indica el momento a partir del cual el piloto está obligado a despegar la aeronave o esta se irá contra el suelo. Esto ocurre porque se esfuma la posibilidad de frenar al no existir pista suficiente a tal velocidad.
Hay dos posibilidades por tanto, despegar y volar o destruirlo todo contra el asfalto. Es un gran riesgo. Es el mismo riesgo de siempre. El todo o el nada. Es como tirarte a una piscina sin saber si quiera si tendrá agua. Romperte la cabeza con el fondo o nadar. ¿y quién puede asegurarnos algún resultado?
Y ese es tal vez el problema, que siempre buscamos esa seguridad. Sin esa seguridad ni siquiera nos montamos en ese avión para saber si conseguirá despegar…Y todo eso conociendo que matemáticamente tenemos un cincuenta por ciento de posibilidades de echar a volar. Perdemos la oportunidad de poder volar, si, es verdad, pero también nos ahorramos el miedo de caer al vacío.
Pero ¿qué pasa si ya estás en el punto de no retorno? ¿Qué hay que hacer si sabes que en cuestión de minutos, horas, o días estarás volando o recogiendo tus piezas del suelo? Porque es interesante plantearte la situación de llegar a hasta alli, de las posibilidades una vez llegado el momento, de asumir o no el riesgo de volar…pero que pasa si no has podido evitar llegar a ese punto, si no querías pero ahí estas y no puedes hacer nada. Has sido lo suficientemente débil como para caer y llegar a ese punto y ahora lo único que haces es intentar retrasar el desenlace. Un desenlace que sabes que tarde y temprano llegará….
Y yo como soy así de orgullosa y suicida que antes de que me estrelle por culpa del avión prefiero estrellarme sola, pues medito las posibilidades de que ni siquiera haya aeropuerto ni cielo para que el avión vuele y así no complicarme la vida. Aunque también es verdad que inconscientemente cuando mi cabeza se apaga se me cruza por la mente la posibilidad de asumir de una vez el punto de no retorno en el que me encuentro y asi dejar de cabrearme conmigo misma porque soy incapaz de simular que el avión no existe.
