martes, 19 de julio de 2011

Mi casa

Llevas meses de un lado para otro. De casa en casa. Casas en las que te sientes realmente agusto…pero no son tu CASA. No has dormido desde septiembre más de una semana seguida en una misma cama y eso se nota. Tu casa no es que sea la mejor del mundo, pero tiene algo que desde que somos pequeños nos hace añorarla cada vez que pasamos una temporada fuera. Ya no me estoy refiriendo al lugar físico y las ventajas que conocer la situación de todo suponen, sino a la esencia de la casa. Es ese sentimiento que una vez entras por la puerta te embarga y hace por ejemplo, que dejar la maleta en el suelo de tu habitación o ver a tu padre por allí sea como una descarga de adrenalina tremenda al pensar que todo ha terminado o por lo menos se ha tomado una pausa. Has vuelto al mismo y maravilloso lugar de antes, como si todo lo que ha pasado malo o bueno no hubiese ocurrido…como si volvieses de aquel campamento al que fuiste cuando tenías 7 años…

pdt: os juro que no puedo entender mejor al pobre ET

Máquinas

Vamos  a toda ostia, sin frenos…no somos capaces de detenernos ante nada ni nadie. No tenemos ningún tipo de consideración, no sentimos. Queremos autoconvercernos de que sí, pero no, realmente vamos por la vida como máquinas, máquinas perfectamente diseñadas para los estudios y unas relaciones sociales ya establecidas.  Y esto, queramos verlo o no, nos pasa a todos hasta que aparece esa persona. Entonces es como cuando eres pequeño y vas corriendo muy rápido y te caes. El golpe es muy fuerte, tienes mucho miedo de verte las rodillas ensangrentadas y sabes que en el momento que te curen las heridas sentirás dolor. Eso es lo que pasa. De repente alguien te frena, te abre los ojos y te descubre el mundo. Empiezas a sentir, a sonreír de verdad, a querer como nunca has querido antes y como nunca volverás a querer a nadie, simplemente te detienes y vas más despacio. Tus prioridades cambian, lo tienes todo muy claro, sabes perfectamente qué o quién es lo único importante en tu vida, ahora y todos los días que te quedan. Ya no eres una máquina, eres simplemente una persona feliz.

viernes, 8 de julio de 2011

Felicidad.

Hubo un tiempo (casi toda mi vida, para qué mentir) en el que pensaba que podía medir la felicidad en trapitos, lugares visitados o caprichos conseguidos. Solo en cosas materiales que se podían comprar con dinero. Pero un día de repente me di cuenta de que estás tremendamente equivocada. Porque de qué te sirve tener un precioso vestido o unos zapatos divinos si no está esa persona para verlo todo? O para qué quieres viajar? para viajar solo?
Nada tiene sentido si no lo puedes disfrutar con la persona que más quieres. Porque por  mucho que nos empeñemos en lo contrario la vida es un “tú y yo” constante, donde el “tu” no es nada sin el “yo” y viceversa.

domingo, 3 de julio de 2011

Lección

A lo mejor ha llegado el momento. Ese momento en el que tienes que dejar de llorar como una niña y aplicarte el cuento. Como si no pasase nada, sacar fuerzas de donde sea y que en tu cabeza constantemente solo se oiga: LO QUE NO TE MATA, TE HACE MÁS FUERTE.