martes, 19 de julio de 2011

Máquinas

Vamos  a toda ostia, sin frenos…no somos capaces de detenernos ante nada ni nadie. No tenemos ningún tipo de consideración, no sentimos. Queremos autoconvercernos de que sí, pero no, realmente vamos por la vida como máquinas, máquinas perfectamente diseñadas para los estudios y unas relaciones sociales ya establecidas.  Y esto, queramos verlo o no, nos pasa a todos hasta que aparece esa persona. Entonces es como cuando eres pequeño y vas corriendo muy rápido y te caes. El golpe es muy fuerte, tienes mucho miedo de verte las rodillas ensangrentadas y sabes que en el momento que te curen las heridas sentirás dolor. Eso es lo que pasa. De repente alguien te frena, te abre los ojos y te descubre el mundo. Empiezas a sentir, a sonreír de verdad, a querer como nunca has querido antes y como nunca volverás a querer a nadie, simplemente te detienes y vas más despacio. Tus prioridades cambian, lo tienes todo muy claro, sabes perfectamente qué o quién es lo único importante en tu vida, ahora y todos los días que te quedan. Ya no eres una máquina, eres simplemente una persona feliz.

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