miércoles, 2 de marzo de 2011

Historias

Llevo unos días preguntándome que habrá sido de aquel chico que me contó su vida en el autobús de vuelta a Madrid. Veníamos de Jerez, era de noche y casi todos dormían. Cerca de las tres o cuatro de la madrugada marcaría en reloj seguramente, era demasiado tarde como para poder recordarlo con exactitud. Estaba hablando por teléfono. Y se echo a llorar.  Pasaban de las doce, técnicamente ya era San Valentín. Iba a ver a su novia. Cuando pudo hablar, con su particular gracia andaluza, me explico todo. La personificación de un pedazo de pan mojado en el agua de sus propias lágrimas…estaba desesperado. Tenía no sé cuantas sorpresas preparadas para ella, y ella no le acababa de gritar que no quería verle. Lo intento todo con palabras, y lo iba a seguir intentando al día siguiente. No se iba a rendir, no iba a llorar más. Simplemente estaba decidido a actuar. Tenía muchas esperanzas. Yo también. Se nota que la quería de verdad.
Me gustaría saber cómo continuó su historia y contarle qué fue de la mía. Sé que no le volveré a ver jamás. Por eso lo dejo aquí. Solo quiero que sepa que tenía razón.

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